SANTIAGO B
AO

 



de MEMORIAS DEL ZOO



 

 

Las otras puertas

 

En el umbral de la puerta
abierta por la noche,
el gato llueve.
Lo único que yo hice
fue cerrarla.
Ahora,
el gato maúlla.

 

 

Ojos de lechuza

 

Siempre acepté
las propuestas de la oscuridad
porque hice de la búsqueda
el motivo de mi existencia
aunque no me sometí
a las órdenes
de las profundidades
de suspender la postrera
curiosidad la última mirada
con que mis ojos de lechuza
vulneran la prohibición
definitiva.

 

 

Pan de colibrí

 

Mi alimento singular
ha sido el pan
del néctar de tus sueños
en las tardes complacientes
de tus labios de fábulas
y breves abismos.
En las despedidas abiertas
he libado en el suspenso
de un tiempo diminuto
la dulzura susurrante
de un abanico de guirnaldas.
Pan de colibrí
que brota de la garganta
de la primavera
y en un aleteo inverosímil
se esparce
y me mantiene suspendido
como una canción inolvidable.

 

 

Lagaña de perro

 

De las pocas cosas
que me dejaron las ambiciones
me sustenté
en desolados paraderos
con el pan monótono
de las esperas
con las mordeduras
de la nada esparcida
por el silencio.
Albergue de la tristeza:
lagaña de perro.

 


Babas de lobo

 

Correr con furia
hacia el horizonte
con los ojos brillantes
siempre al horizonte móvil,
las uñas gastadas
mientras los recuerdos
buscan vanamente
su sitio,
el aullido en el océano
del mundo,
industrias clausuradas
de la libertad,
vehemencias fugaces,
babas de lobo.

 

 

Polvo de mariposas

 

Para la angustia
de las puertas abiertas
de par en par
en las casas abandonadas,
del derrumbe incesante
en las habitaciones vacías,
para los que están afuera
y todas las puertas
dan al misterio,
para aquella mesa
y esas sillas desiertas
para siempre:
golpes de vuelo,
polvo de mariposas.

 

 

Lágrimas de cocodrilo

 

Para quienes
la conquista de algún ingenio
fue a expensas
de la ingenuidad
-las ilusiones
del zonzo cuidadoso-,
nada como el cinismo
de la industria
del talento:
el furtivo engaño
de las lágrimas
de cocodrilo.

 

 

Alas de cuervo

 

A veces,
el tiempo rebota
en los espejos
un instante
como un río invisible
que transcurre
por cauces misteriosos.
Sombras del desván,
llagas de los sueños:
alas de cuervo.

 

Cola de perro

 

Por sí acaso
muevo la cola
cuando de pronto
al lado
o enfrente
descubro el inquietante
universo del otro.
Y camino por las cornisas
de la razón
sin tropezar o enloquecer,
con ese alguien
que no soy yo.
Entonces muevo la cola,
por si acaso.

 

 

Alas de abeja

 

Desciende la penumbra
con sus párpados cerrados
y su inclinación
de alas quietas.
Desde una puerta misteriosa
que se abre a un paisaje
de nubes que pasan
desciende una abeja
que deposita un polen
invisible sobre los ojos
que despiertan.

 

 

Moco de pavo

 

Para descifrar los mensajes
ocultos por milenios
de crecientes monomanías
del dolor y el abandono,
no son útiles
sino alfabetos sangrientos.

Hay mucho por restaurar
no de entusiasmos breves
o pasatiempos virtuales
sino despliegues profundos.
Combates que no son
moco de pavo.




Ojos de gallina

 

Esa constancia
al alba cenicienta
a los limos amanecidos
en campanarios de verano,
picotear de guitarra
que teje el tapiz
polvoriento de la mañana,
botones brillantes
del pequeño horizonte
párpados de relámpago:
ojos de gallina.

 

 

Propósitos del caracol

 

Voy a irme muy lejos,
ya me he puesto
en camino.
Algo ha cambiado
desde hace siglos,
tengo que irme
muy lejos,
hacia otros sitios
de tibias humedades
y forestas perennes
muy lejos,
donde las antiguas promesas
finalmente se cumplan
sin delatoras huellas
de plata
ni pesos de frágiles refugios.

 

 

Cantos de murciélago

 

Poseo sombras y tinieblas
que como cataratas destilan
en el espacio
una lluvia de terciopelo
y de una oscuridad blanda
construyo mis túneles
de luces distintas
que mis ojos no ven,
transcurro cerca
de la risa de ciertos ángeles
mientras la noche
me recibe con un temblor
desnudo
cuelgo como nave de polvo
tras el espanto
que se arrastra
desde el otoño antiguo
de mis alas.

 

 

Motivos del zorzal

 

Me distraigo en mi canto
zurciendo mañanas imperfectas
picoteando el rostro
de la aurora
en bosques y pantanos
sin saber del propósito
de mi canción al aire
de la encendida alabanza
a la transparencia de la brisa
o al río inmemorial.
Los recuerdos y los amantes
se multiplican en el placer
de un cielo abierto.
Casi nada. La insistencia
de un canto, que, aunque breve
completa el sentido
de los días a la deriva.

 



Zapatos de camello

 

La verdad sea dicha,
aún sin llegar
a ningún sitio definitivo
estos zapatos son los testigos
silenciosos
de lo caminado en este mundo.
Incansables casi, duraderos,
despojados de brillos,
ocultos de humildad
y aunque a los sitios
donde mis propósitos
me llevaron
no fueron sino
sombras fantasmales
motivos para otros sitios,
permanecen alertas
para iniciar otras travesías
búsquedas inexorables
espejismos que me sostienen.
Apoyo de perdidas verdades:
zapatos de camello.

 

 

Jaula de tigre

 

Mi engaño
aunque sencillo
en la noche oscura
mantiene al tigre
soñando con la selva
que vislumbra al otro lado
de las rejas
y aunque el amanecer
lo inunde de una espera dolorosa,
de evidencia malograda,
a la noche repite
su sueño selvático.
Engaños de hombre
esos de construir
no otra cosa
que tapiales sin salidas.

 

 

Sangre de mosquito

 

Comemos el pan
que merecemos
y aunque no lo parezca
siempre con reservas.
No repetimos de la misma piel
la sangre subversiva
ni su tradición valiosa.
Amalgama de modestias
y renuncia de eternidades
mi efímero vuelo
es rojo que fluye,
que nunca se aferra
a las certidumbres.
Digestiones alquímicas
crisol de razas:
sangre de mosquito.

 



Homo sapiens sapiens

 

Duro como puedo
y sé que no soy el mismo
de ayer o hace dos horas,
muertes y transformaciones
sucesivas, pero
también destrucción lenta
hasta la definitiva.
¿Me conozco
a través de estados
de conciencia que sin cesar
arrojan nuevos contenidos
a un universo caótico
que todo lo deforma?
¿Qué hago con un presente
que al instante es pasado
o un futuro que no existe?
¿Soy, alguna vez
en mi hipotético pensamiento?
¿Qué sustancia puede haber
en algo que permanece cambiando?
Y no es harina
de otro costal
el interrogar el propósito
de mis días en el mundo.
Demasiadas preguntas
sin respuesta
para mi condición
de Homo sapiens sapiens.

 

 

Mantis religiosa

 

Cuídate de mi mirada
que no en vano evoca
dioses terribles que requieren
devociones rigurosas.
Mis brazos enérgicos
se unen en una oración
tan persistente
que posibilita mi sustento.
Falsa adoración, hipocresía,
dicen y parecen ignorar
mi inmolación por preservar
mi especie.
Facilidades del corazón
que confía
en su memoria efímera.

 

 

La inquietud del jaguar

 

He habitado la piedra
días de soles violentos
y noches de lunas poderosas.
Los que me veneraron
durante siglos
incorporaron mi imagen
a templos magníficos
a pasadizos donde transcurrían
dioses poderosos
y primordiales
donde se oraba en los reclinatorios
del delirio.
A esas ofrendas de sangre
me asomé jubiloso
a los días nuevos.
El tiempo aún no concluyó
su tarea de desgaste y olvido,
lentamente desaparezco
en la piedra que se deshace
mientras mi doble
vaga arrinconado en la jungla
escasa
ya sin esperanzas en el retorno
de quienes me fijaron
en la piedra venerable.

 

 

Lomo de buey

 

Soporto todo
por migajas de esperanzas.
Me conformo.
Mi universo se repite
de surcos, senderos
y horizontes chatos.
Cargo sobre el lomo
los trabajos y los días.
Desde el establo
no envidio al hombre
que carga su faena.
Se endurece mi carne
en la dejadez de la rutina.
Des/ventajas del andar
descuidado
que inclina los atardeceres
hacia antiguas tristezas.

 

 

El desván del ornitorrinco

 

Resabios del esplendor
de la tierra
de unicornios, dragones
y sirenas,
en su desván el ornitorrinco
con retazos diversos
entrama su compostura
y se burla de la evolución.
Se mueve feliz
y desde su ventana exigua
contempla el mundo,
pero, como en la industria
humana añora algo:
volar, poca cosa,
modestia de ornitorrinco
considerando nuestro anhelo
de eternidad
que las raciones del tiempo
disipan.

 



Llanto de hiena

 

En la profundidad inaccesible
de la selva,
la hiena llora.

Los charcos quietos
del invierno
le devuelven la imagen
de su desagradable compostura
y disimula los designios
del azar torpe
de la naturaleza impasible
con la carroña
que le tocó en suerte.

Y es como si sonriera
a su triste destino.
Por eso,
cuando en la soledad
increíble del fondo
de la jungla
nadie puede observarla,
llora el desconsuelo infinito
de saber que para ella
todo está dicho.

 

 

La mosca ecléctica

 

Si de libre albedrío
se trata
nada como el eclecticismo
de la mosca:
gravita ufana en los jardines
y jovial acaricia
los pétalos de las flores
más fragantes,
le hechiza pasearse
por los labios de los muertos,
ricos o pobres,
poderosos u oprimidos,
las copas con vinos
consagrados o profanos,
los párpados cerrados
de los amantes
o las orejas de los viejos
inmóviles en su limbo,
no discriminan hurgar
en excrementos variados,
dejan sus marcas
en las íes de los diarios
y revistas
o en los vidrios
de los retratos antiguos.
Los faraones conocieron
su furor y su estrategia
todos los veranos.
Fanáticas de la diversidad
nada como las moscas
para conocer la libertad.

 

 

La complacencia del caí

 

Muy pocos aún
deambulan con organilleros
eligiendo en un azar
aparente los doblados
papelitos coloreados
de los destinos ilusorios.
No dudan, ágiles
en las orillas suburbanas.
Los que permanecen
en las horas del bosque,
vagan alegres
comiendo frutos y caracoles.
Como buenos sabios
aman los ríos
y en sus orillas
se complacen en descifrar
los diminutos guijarros
del destino.

 

 

El asombro del koala

 

Desde las ramas predilectas
del eucalipto
el koala contempla
con invariable asombro
como el resto
de los animales
se sustenta del caos
mientras sólo él
sabe del aceite
delicioso
de ese eucalipto
en esos meses del año.
Predilecciones extremas,
metafísica del koala.

 

 

Santiago Bao
Argentina

Menú

||| Información |Contacto |Archivo ||

Copyright © 2003-2006 zonamoebius.com

Prohibida la reproducción de cualquier contenido de este sitio web sin permiso del editor
Todos los derechos reservados