GUILLERMO A
LDAYA

 

 

En serio

I

Merezco más.
Ley seca, por ejemplo.
El verbo estrangulado, el navajazo.
Ayuno y la ciencia que lo enseña.
Ácidos múltiples merezco.
Y pestillos de golpe.
Y hasta luegos tan anchos como largos.

Me dejé descansar.
Me guindé al tallo rastrero de la noche;
bebí la leche de sus mamas.
Soy noticia de ayer.
No soy digno del esqueleto inflexible que me habita.
Ni de la envidia que me come grano a grano.
Merezco, por ejemplo, el golpe de una vara.
La fuerza bruta, los remilgos,
de espejos frente a frente.
No preví, no evité.
Dejé los machos del arroz...

Tengo cáscara amarga
y pretérito fuerte.

Caminos de cabra,
pleitos y doctrinas merezco.
Y más.


II

Nos, el Méndigo,
aún en fase de huevo.
Por hábito, la guerra.
Por guerra, la cuarta vela de la noche,
los polos más o menos peludos de la luz.
Puse rey en un paño de guizazos,
sembré espadas de palo y vejigas de aire.
En mí mazorca un tronco de caballos cerreros.
O soy un río que se sale de madre o se bifurca.
Estoy hasta los ojos de tilo, de arco iris,
de ciertas posturas de mi mano izquierda.
Me traigo al retortero,
con el mismísimo mundo en el sobaco;
mi disfraz es mi traje de faena.

Empiezo a ser en el bostezo que se nace en mí.
Me abro de piernas, me vengo en do mayor y me doy por sentido.

¡Quién fuera cilindro del trapiche, sonido mate,
tornillo de dos alas!
¡Quién fuera boya o ancla o alboroto de palomas!
O yo minúsculo, menda.
Pero me arrollo en bola, pero bajo de color,
pero me frunzo de delito en delito.
Me alimento de pajas a medio pudrir.

No voces, sino riña de gallos.
No casa sino corrales de cañizo.

Corto de sueños voy,
con una ensarta de remiendos en el ojo.
Descuento las puntadas a mano que di al día,
el desdén que me mantiene a raya,
la china en el zapato.
Avanzo. Todavía.
Mi sombra me da el pie.
El otro nace y muere descalzo.
Que se las averigüe.
Yo me exceptúo de la regla.
Yo avanzo. Por hábito, armo líos.
Y sanseacabó.


III

1


He sido mínimo común múltiplo.
He seguido reglas y prácticas de quien sabe rimar.
He pasado por alto forcejeos y motines.
Me he arrepentido de vinos y de apósitos.
No he estado en el banquillo de los acusados.
No he usado ratoneras,
ni muletillas,
ni goma de borrar.

2


Incluí llanto y risa en mis festejos.
Me adapté al salto sin protocolo y por escrito.
No usé mi portañuela como medio de lucro,
me labré a brazo.
Fui moneda corriente, me poncharon.
Me arrepentí, me contradije,
me restregué los ojos
(tal vez más de la cuenta).

3


Soy fumador pasivo.
Soy animal de compañía, sin querer.
Sé de la opinión pública, su deje,
su curso irregular.
Me aguanto; no mendigo: respiro por mi boca.
Mi delito es de lágrima:
se acostaron conmigo por hacerme un favor.

Torre, voy. Con los brazos en alto. Con un remo en la mano.

No tengo fundamento.


Presentimientos

De la mejilla, el hueso.
Del ojo, el pollo de abeja que se anuncia.
De la lengua, fantasmas de cordel,
estorbos,
prédicas en número fijo.
La ley de la oferta y la demanda.

En la mano, la sangre hedionda del pellizco;
en el arranque del ala un escobajo.

Y me defiendo.

Seremos carne de cañón, o lo contrario. Un coño,
variables aleatorias en juego de muchachos.

Hembra que va a parir
se beberá la espuela
o hará tablas.
Seguirás el viento, los resabios de una sombra
rolliza hasta la llaga, un grano seco...
(Entre surco y surco la luz en agonía
y la mano hacia atrás en señal de regocijo).

Yo, madera de raja,
me dejaré caer:
un ala de la puerta es el vacío.
Y ofende. Y pide más.

Seremos cuero en verde,
la cuarta bola, otro paquete.
A cuestas, la noche ala de mosca
y su jolongo ajeno.
En el trillo, tumultos a contra de tumultos.
En la garganta una voz por desbastar.

Sombras de a pie seremos;
apelaciones y pendencias:
odios que se convienen.
Acabaremos en punta,
resumidos a estar.

Y si no, al tiempo.


Poemas de “Oficio del Imaginaria” (en proceso editorial)

Guillermo Aldaya
Holguín, Cuba
vive en Río de Janeiro, Brasil

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