VERÓNICA
BARRIONUEVO

Llama

 

I
tierra resquebrajada
ansiosa de una gota de lluvia

II
que nada quiebre
el lúgubre tacto de la noche,
esa testigo misteriosa

III
en un ritmo pausado
que se va desovillando
lentamente

IV
como una pequeña llama
que a sí misma se abraza
y se relame

V
puedo, con manos cándidas,
palpar tu palidez ruborizada

VI
rasgar de a poco todos los velos

VII
ahora soy un cáliz orgulloso
que él alza en sus manos

VIII
la noche no es ya
más que un refugio,
dulce manto

IX
y el temblor es el sonido
de una canción muda
e ininterrumpida

X
tibia humedad,
agua del sol

XI
adentro
una fresa incandescente
ardiendo en silencio

XII
barcos de papel hundiéndose
en la acuosa densidad de mi vientre

XIII
con los ojos y las manos
vueltas ya plegaria

XIV
los pechos
vueltos ya luceros

XV
y la voz,
asesina del silencio

XVI
mientras la luna dibuja
vetas claroscuras
sobre tu pelo

XVII
la llama se apaga
la noche retoma
su periplo de silencio.

 
Insoportable levedad
 

 

Sonriendo efímeros
y radiantes
sonriendo etéreos

sonriendo aún cuando sabemos

que no somos más que el viento
que deja tras de sí
el ala de un pájaro en vuelo.

 
A mi Musa
 

 

Despacio
yo desenmascaro a mi musa
la desvisto como una doncella a su reina
y le deshago las trenzas
con delicadeza exquisita

para besarla en la boca
y acostarla a dormir en su lecho de muerte.

 
Denegación
 
"Nada pretendo en este poema
si no es desanudar mi garganta."
Alejandra Pizarnik
 

 

I
Me llamas Reina
Pero yo corro por pasillos desprendiéndome de velos
Dejándolos caer de a uno
Cubierta de desnudez dibujo un bollo en el piso
Un punto fetal en una esquina de la Nada.
De acero.

II
No toques.
No soy cristal pero como cristal me rompo
Me quiebro fácilmente y crujo
como cruje el otoño.
Aprendiz de semilla infértil.
Polo opuesto de las cosas vivas.

III
Incapaz de magias
innoble de hechizos.
Mi cuerpo es un puerto donde los barcos no llegan
Luceros ahuyentan las estrellas hacia la negrura
de una noche callada.
Yo duermo solitaria.

IV
Pies hechos para abandonarse descalzos
por galerías de tinieblas y pasado.
Pasillos pasados.
Pies de roca yerta sin claveles.
Pies no de princesa.
No compatibles con zapatos de porcelana.

V
Hada de hierro si fuera un hada.
Montón de cemento
sin luna.
Donde nada germina.
Ni siquiera las semillas de pan
de las manos blancas de ofrendas.

 
Un Guernica
 

 

Masas de ojos
manos pies brazos
millones de pelos milimétricos
masas de bocas
oídos piernas aromas

yo me detengo atónita
a besar sus sombras

 
Estatua del silencio
 

 

Llegará el silencio como un sacrificio

estatua de sal
de restos blancos
de lágrimas turbias.

Verónica Barrionuevo
Argentina

Menú

||| Información |Contacto |Archivo ||

Copyright © 2003-2006 zonamoebius.com

Prohibida la reproducción de cualquier parte de este sitio web sin permiso del editor
Todos los derechos reservados