LILIA
LARDONE

De 'Diario del río'
(selección)
movimientos

 

ha atrapado un pez
plateado

a la distancia veo la lucha

el pez se mueve
el pico del gran pájaro negro lo aprisiona
también se mueve el pico
en otro vaivén


entre el desamparo del pez
y la certeza del ave

el latido de mi corazón

 
día de otoño
 

 

cuelgan las bayas
signos de pregunta en los aromos

¿el error de las flores?
marchitarse

los pájaros
persisten
picotean
equivocan el vuelo
hasta encontrar el camino
del exilio

 
orillas (1)
 
 

en los arbustos
plásticos trapos papeles
señalan el nivel de la creciente

restos
eternos sin nosotros


mutación
 
 

los paraísos de la infancia
amarillean

entre sus ramas
azules negros
los tordos
se adueñan del despojo

cambios
 
 

las hojas caen
bajan las aguas


las calandrias
permanecen en el aire
se aferran al hilo telefónico
único sostén
de sus cantos

 
invierno
 
 

después de las heladas
las cañas
parecen lanzas de La Rendición de Breda

crecerán en setiembre
nuevos brotes

volverán los biguás los mirlos las calandrias
el agua subirá
y bajará
y otra vez será invierno
en este río
que no deja de correr


orillas (2)
 

los bordes suben
bajan

por los siglos de los siglos

cambian
para no cambiar

como nosotros
que duramos
apenas
una vida

 
último paseo
 

 

en Delos
nadie podía morir
ni dar a luz

en Menfis

la palmera tiene la cabeza en el fuego
y los pies en el agua


no volveré a este río
no volveré



De 'Pequeña Ofelia'
(selección)
A mi madre
  La niña

Borde oscuro
en la sombra del polvo
más el polvo.

Un auto se detiene y la niña
abandona sus trazos sobre tierra.

¿Madre, por qué lloras?

La madre es
una espina de muerte
en medio de la acera.


* * *

El vestido negro
y las uñas rojas.

Miren esas uñas rojas
cuando tocan
el rostro de la muerte.

Miren cómo llora
su pintura de sangre
por la boca.

* * *

La niña nunca dijo:

Madre, el amor de los amores
nos fue padre.

La niña nunca dijo:

Madre, quiero el deseo
y las sombras
que sus ojos se llevaron.

* * *

Sola, la niña va.

Camina largo por las calles
y encuentra a un hombre sentado en una cerca.

La niña le pregunta
si está su padre
al fin
de ese camino.

El hombre no responde.
Le avergüenza
decir
que no lo ha visto.

* * *

Enhebraba las cuentas en invierno
la piedra azul primero
luego el tropel de rojas
las violetas al fin
junto a las ámbar
opacas unas veces
siempre eternas.

En verano
las reinas de la noche coloreaban su cuello
y marchitaban.


Sus juegos acabaron
ese día
de muerte.


Pequeña Ofelia

 

I

te veo
madre
a pesar de la bruma
de este día gris

no soy yo
no estás

son otros los encajes

II

te veo
flotar apenas pequeña Ofelia
tu corona de nardos va marchita

flota
y refulge
entre blancos encajes

un leve rosado perturba aún tus labios
y vas a la deriva
hacia un mundo
irrenunciable

VI

qué es la muerte madre
en qué círculos vas
alejándote

por mi aliento trepan las serpientes
los demonios anidan en mi sangre

madre qué es la muerte

yo no quiero
esta vez
acompañarte

 
Pequeña Ofelia / Diario del río (41 y 39 pág), Editorial Argos, Córdoba, Argentina, 2003.
ISBN 987-1100-09-4.

Lilia Lardone
Argentina

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