En detalle: The Last Good Day of the Year, de Cousteau
Fernando Acevedo


Hace aproximadamente dos años me enamoré de un fragmento de canción que escuché en un comercial y, como siempre en estos casos, pasaron semanas, meses o años de lo que llamo "búsqueda pasiva", hasta que logré saber quién cantaba y cómo se llamaba la pieza. El misterio lo resolvió esta vez mi amigo Javier Mendoza, colaborador de esta sección, mediante su sugerencia de escuchar al grupo Cousteau.

Apenas armado con su primer y homónimo CD, ¡sorpresa!: allí estaba la voz que me había cautivado años atrás. Sin poder resistir la tentación presioné el botón de avance de canción del telecomando y mi teoría de la espera paciente se confirmó de nuevo: en mis manos estaba, esta vez completa, aquella canción que tanto me había gustado: The Last Good Day of the Year.
De Liam McKahey se ha dicho que bien pudiera ser el nuevo David Bowie y esta canción parece confirmarlo. Su voz posee una calidez misteriosa capaz de alcanzar grandes profundidades, tal como la de Bowie (y como el mismo capitán Cousteau), pero además con un sabor melancólico y jazzy que, por fortuna para mí, no fue indiferente a los productores del comercial de un famoso licor.
No es sólo la voz de Liam. La armonía es imprescindible para atrapar al vuelo casi cualquier sensibilidad; los dulces acordes de una guitarra inicial (Davey Ray Moor) se amalgaman perfectamente, luego de dos compases, con una trompeta (también Moor) que repetirá un motivo casi propio, como si fuera cosa aparte del tema que escucharemos durante los próximos 5 minutos y dos segundos.
Dos bridges (literalmente "puentes") se interponen en el normal flujo de la melodía con una explosión musico-vocal que impresiona pues, a pesar del cambio brusco que provoca en su dulzura natural, ésta no abandona jamás un ritmo acompasado que parece un paseo bajo la lluvia.
Escuchen detenidamente y detectarán un violín allá en el fondo; podrían creer que se trata de un efecto de sintetizador pero es Joe Peet, quien además agrega una contribución importante de presencia con su bajo y, a su vez, acompaña el ritmo limpio y sutil de la batería de Craig Vear.
El contexto en que escuché por primera vez The Last Good Day of the Year, un anuncio televisivo comercial, no cambia el valor de la pieza; más bien sublima la creatividad que a veces encuentra su lugar en la publicidad.


Cousteau (abril del 2001), que contiene The Last Good Day of the Year, lo puedes encontrar bajo el sello Palm Pictures con el número de catálogo 2058.

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