Un
clásico de los juegos no-bélicos en lenguaje Flash.
No apto para chicos 'rudos' ni beligerantes irredimibles. Ferry
Halim tiene el buen gusto de evitarnos los estereotipos
del héroe y el villano en estos 51 juegos realizados con
una gráfica impecable y una compresión óptima
para ser bajados con rapidez. La apuesta está clara: colores
pastel, coherencia estética tanto en lo visual como en lo
musical, elegancia y hasta algunas 'pequeñas historias' que
piden cierto esfuerzo de comprensión del 'cuento' por parte
de los jugadores, antes que promover frenéticos golpes de
teclado para subir el contador. Halim no sólo
ha comprimido bytes sino 'intenciones', por lo que ganar,
en orisinal, se transforma en una cuestión
irrelevante. El plus, para chicos renuentes a la artillería
pesada y grandes sin prejuicios se encuentra en el juego mismo.
En el clima que propician. Y, sin duda, en sus efectos secundarios.
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rooms no es un juego sino una experiencia ambiental interactiva,
concebida a partir de una serie de fotografias que registran los inquietantes
sectores de un edificio industrial abandonado. Graffittis que cobran
vida al pulsar ciertos objetos que el visitante tendrá que
encontrar para pasar a la siguiente habitación, un sonido efectivo
lleno de sugerencias de lo más provocadoras y una imprescindible
morosidad en el recorrido, garantizan evocaciones bizarras y el retorno
de algunas perplejidades subterráneas sin estridencias pero
con mucho punch. Si no, compruébenlo insistiendo en
la habitación 53.
Los responsables de este proyecto son 4 alemanes muy jóvenes:
Richard Schumann en la dirección de arte,
Kim Köster, artista plástico, Stephan
Schulz, en la programación y diseño Flash y
Johännes Bunemann en música y diseño
de sonido. |
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piezas orgánicas que orbitan, se extravían, se contienen
y deshacen con un click de mouse. Realizadas en action script por
Macoto Yanagisawa, un joven programador nipón, galardonado
por Canon en varias oportunidades. Cada pieza está acompañada
por sonidos y música minimalista. Todas las instrucciones
y datos en un correctísimo y perfecto japonés ilegible
para la mayor parte de nuestros lectores, lo que implica el goce
de tantear en los kanjis dispuestos a los lados de la pantalla,
para probar y sorprenderse. Por fortuna, Yanagisawa
ahorra angustias lingüísticas al haber reducido las
acciones al universal lenguaje de la tecla izquierda del mouse.
A no temer, que vale la pena.
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requerimientos:
Flash Player |
requerimientos:
Flash Player |
requerimientos:
Shockwave |