Numerología napoléonica y otras formas del mal
Marcos Vieytes
 

Más allá de sus excusas argumentales, estos Cuentos Extraños de Turgueniev no huelen a rancios ni resultan forzadamente exaltados. Detrás de los tópicos románticos –el amor absoluto, la fascinación mortuoria, el trato con el diablo– que asume con pericia y sin excesos, asoma con más claridad el espíritu incisivo de Flaubert que el desatado de Byron. Incluso el último cuento del libro –Canto del Amor Triunfante– está dedicado a la memoria del novelista francés.

Como aquél, en Toc, toc, toc... (Estudio), Turgueniev construyó un personaje sin fecha de vencimiento, incuestionablemente contemporáneo y de una mediocridad sólo mitigada por la sutileza con que es expuesto. Porque resulta claro que Turgueniev no estaba, ni remotamente, ciego a los defectos de las clases sociales ascendentes, pero nunca manifestó hacia ellas ni el desprecio ni la condescendencia en los que su origen aristocrático pudo hacerle caer.

Al relato mencionado, y especialmente a Después de la muerte (Clara Milich), mejor le caben la denominación de nouvelles que de cuentos. Las nouvelles o novelas cortas –cuantitativa y no cualitativamente hablando– o novelitas –el diminutivo no alude al género rosa ni tampoco las descalifica– parecen eludir más fácilmente que los cuentos el peligro de construir un mecanismo de relojería perfecto pero carente de vida. Sin resignar la precisión en el trazado de tipos y situaciones –tantas veces ahogada en la novela río–, en la nouvelle el escritor puede permitirse la deriva de su escritura hacia zonas inéditas, y ese gesto desusado para la época que se advierte en estos relatos de Turgueniev, lo acerca al lector actual.

De entre los siete cuentos que componen la selección olvido, sin esfuerzo alguno El Perro, pero escojo con felicidad Una Historia Extraña y Un relato del Padre Aleksei por su concisa y perturbadora eficacia. En una parroquia de la campiña el prelado del título le cuenta en primera persona al narrador la misteriosa despersonalización de Iakov, su hijo más brillante. Mientras narra el incomprensible extravío de esa mente, la nuestra –moderna, científica y laica- ensayará todo tipo de respuestas psico, fisio y teo- lógicas sin convencernos del todo con ninguna. Sólo conviene agregar que la modesta incertidumbre de Turgueniev nos ahorra certezas y prolonga indefinidamente la sen- sación de un mal concreto, íntimo y atemporal.


Cuentos extraños. Ivan Turgueniev. Editorial Bruguera, 222 páginas

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