Desde el lado oscuro: Un día de agosto
Javier Mendoza


1986: mis épocas de escuela media superior. En aquel tiempo los viajes a un viejo tianguis o mercado ambulante llamado "El Chopo", en la ciudad de México, eran todo un descubrimiento. Desde niño entré en contacto con la música que, gracias a mi padre, he heredado: la de los Beatles. Una y otra vez escuchaba sus discos, maravillándome con su sonido. Como fanático de segunda generación (quizás hasta de tercera) jamás tuve la oportunidad de asistir a un concierto del cuarteto y siempre imaginé cómo seria.

Piensen en un joven imberbe como yo, visitando "El Chopo” por primera vez. Quedé atontado con la cantidad de discos que ahí se exhibían y vendían. De repente, entre las cajas de viejos LP de acetato negro, apareció ante mis ojos uno con una funda completamente blanca, con una hoja de papel pegada al frente y escrita a máquina, en la cual se leía: Beatles Live at the Hollywood Bowl. Me dije: “seguro que es una imitación, un pirata más; papá tiene el original”. La curiosidad me llevó a comprarlo, aun cuando la lista de canciones no se co  rrespondía ni siquiera con la del lanzamiento oficial, y pagar 50 pesos por él –unos 5 dólares en aquel entonces- era un enorme sacrificio para un estudiante como yo. Al colocar esa circunferencia negra y plana sobre el tocadiscos de mi casa salió el sonido atronador de lo que parecía una turbina de avión, luego músicos afinando sus instrumentos y entonces… la voz de John Lennon cantando Twist & Shout: la banda más grande del mundo sonando como eso. Y sí, con todo y errores. Para la segunda canción, You Can’t Do That, me di cuenta de que no era ninguna imitación.

Durante años han aparecido literalmente centenares de versiones de los conciertos de los Beatles en vivo en el Hollywood Bowl, pero hasta la fecha ninguna como la que hoy nos ocupa. Midnigth Beat records lanzó a la venta, de manera subterránea por supuesto, una versión limitada (sólo 1000 ejemplares) en una caja con dos CDs y booklet de estos famosos conciertos. Narrar lo que en ellos sucedía no está de más: McCartney en She’s a Woman y I’m Down se luce como una de las mejores voces del rock (nada mal para alguien tan soft, como muchos lo han considerado); Lennon, en Dizzy Miss Lizzy, A Hard Day’s Night y Help, demuestra por qué fue el líder de este grupo (la voz es poderosa y la instrumentación no se queda atrás); un Harrison que muestra el excelente nivel como guitarrista que tenía; y un Ringo Starr que, sin muchos adornos, lleva la rítmica del grupo con una excelente ejecución.

En estos discos la calidad es increíble: están en perfecto estéreo, tomados directamente de cintas master de consola y con los gritos perfectamente ecualizados para no opacar el sonido de la música. Los instrumentos y las voces son clarísimas; al escucharlos se puede sentir la emoción de una época y la energía de "la pequeña gran banda" (según McCartney) que eran los Beatles.

John Lennon siempre cuestionó la calidad de la música del cuarteto en vivo durante sus años de fama. Al escuchar estos discos me doy cuenta de que lo hacía porque siempre se estaban exigiendo dar lo mejor como artistas (por lo menos hasta estos conciertos), a pesar de saber que nadie les ponía atención en realidad. Esta caja de CDs es, sin lugar a dudas, un must have en la colección de cualquier amante de la música rock.


Beatles: The Complete Hollywood Bowl Concerts 1964 - 1965
Catálogo: MBCD 108 - 109
Sello: Midnight Beat Records

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