¿Qué es un fantasma?
Edilberto Aldán

 

¿Qué es un fantasma?
Un evento terrible condenado a repetirse
una y otra vez,
un instante de dolor, quizá
algo muerto que parece por momentos vivo aún,
un sentimiento, suspendido en el tiempo,
como una fotografía borrosa,
como un insecto atrapado en ámbar.
 

La revelación de que existe un más allá suele traducirse en una sensación de miedo, difícilmente podría ser de otra manera, ¿o qué se puede experimentar ante un fantasma?, ¿cómo reaccionar ante la presencia de quién se niega a seguir el tránsito hacia la tierra de los muertos? Aunque se intente oponer la fe en la ciencia a lo sobrenatural, ¿cómo explicar una aparición de ese tipo?, ¿cómo acercarse?, sobre todo, cómo entenderla. El tercer largometraje de Guillermo del Toro, El espinazo del diablo (2001), propone una respuesta: perder la inocencia.

Bajo la producción de Almodóvar, del Toro vuelve a filmar una película en español – le precede Mimic y al año siguiente presenta Blade 2. Además del regreso a su idioma este director vuelve a sus angustias personalísimas, las de un autor más interesado en desentrañar el origen del mal y sus consecuencias que en suscitar el sobresalto de su audiencia, sin por ello dejar a un lado su fascinación por ciertas atmósferas. El espinazo del diablo es una de esas películas bellísimas que resulta difícil encasillar en un solo género, aunque de entrada las distribuidoras la inscriban en la casilla de “horror”.

En relación más estrecha con su primer largometraje Cronos (1993) que con el resto de su obra, del Toro elabora un cuento moral sobre fantasmas diverso a lo que Hollywood suele ofrecer. Más que los efectos especiales (sin duda sobresalientes) el director prefiere la exposición de cada uno de sus personajes, y sus motivos, conviviendo con lo sobrenatural, para ello los coloca en un escenario extremo: un colegio en medio de la nada, rodeado de la Guerra Civil Española, una bomba sin estallar pero latiendo en medio del patio y la aparición de un fantasma. Es evidente que este director no le teme al simbolismo, por el contrario, lo maneja de una manera que enriquece a los protagonistas, da cuerpo a sus motivos y hace avanzar el relato deteniéndose en cada una de las historias: no sólo el arribo al colegio de Carlos (Fernando Tielve), la obsesión por la ciencia del profesor Casares (Federico Luppi), el deseo sexual culpable de Carmen (Marisa Paredes), o el ansia de venganza de Jacinto (Eduardo Noriega), también cómo se relacionan entre ellas y lo que desencadena la aparición de un fantasma.

Cuento moral donde al final vencerá el bien, sin que ello implique un final feliz o que permanezcan indemnes los protagonistas. Convivir con fantasmas deja huella, implica asumir al menos una culpa. Con este conocimiento Guillermo del Toro realiza el recuento de los daños generando un relato que mantiene la tensión, incluso cuando se detiene a presentar en profundidad lo que motiva a los personajes.

Nadie permanece inocente en esta película: Carlos hará la transición del mundo infantil al adolescente enfrascado en una guerra que no lo debería tocar, tomando la decisión de permitir su venganza al fantasma, Casares comprenderá que existe la posibilidad de convivencia entre la realidad y lo sobrenatural sin que medie una explicación científica entre ambos mundos, a Carmen la ha de alcanzar el desengaño, a Jacinto lo perderá la ambición, los niños del colegio, los sobrevivientes, los huérfanos de la guerra, comenzarán un viaje hacia el mundo que los ha rechazado con el primer paso sobre el desierto.

En la secuencia inicial de la película se escuchan las palabras que abren este texto, ¿Qué es un fantasma?, para explicar esa naturaleza, para creerla, hay que transformarse en uno, de ahí la aseveración final de la película, el dibujo de un círculo que concluye: Un fantasma, eso soy yo.




El espinazo del diablo. Dirección: Guillermo del Toro. Guión: Guillermo del Toro, Antonio Trashorras y David Múñoz. Fotografía: Guillermo Navarro. Intérpretes: Marisa Paredes, Eduardo Noriega, Federico Luppi. Edición: Luis de la Madrid. Productores: Agustín Almodóvar y Bertha Navarro. 106 min. España/México, 2001.

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