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Tratando
con la moral católica
Ricardo
Azuaga * |
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A
través de una estructura basada en niveles narrativos que se van
yuxtaponiendo de manera más o menos significativa, La mala
educación intenta recrear dos momentos históricos
cuyo recuerdo, por diferentes razones, aún despierta la sensibilidad
entre los españoles. Por un lado, la época del franquismo
y el nacional-catolicismo como ideología del Estado, abrumadoramente
represivo, antilaico y centralizador del poder, y por otra parte, los
años finales de la década de los setenta. Ese momento que
se ha dado en llamar la transición y que, dejando de lado sus aspectos
políticos más destacables, suele conocerse por el famoso
“destape” y la movida madrileña. Así, enfrentando
estos dos contextos, el autor pretende hablar de los efectos causados
por la dictadura franquista en la España reciente.
Sin embargo, ya sea por error, por descuido, habilidad o astucia, el modo como es recreado el contexto atenta contra cualquier exploración profunda de la época y su ideología dominante. Al hacer del internado y sus bucólicos alrededores el único marco de referencia, los personajes quedan aislados del mundo exterior –no se trata, por cierto, de un huis clos-; por lo que cualquier mención a la vida política o social española resulta excluida del conjunto. Algo semejante sucede con la iglesia. La institución eclesiástica, sus principales instancias y autoridades, no aparecen representadas en modo alguno. Tal cosa se pretende, apenas, con la introducción de dos personajes claramente individualizados: el Padre Manolo, tan sensible a la música y a la belleza que no puede evitar su doloroso amor hacia los jóvenes, y el Padre José, tan cruel y servil que no pasa de ser una simple caricatura. En ese sentido, Almodóvar no miente cuando confiesa, inocuo, que su película no es un ataque a la iglesia. O sea, que esa forma de acoso no se aprecia como una muestra de la corrupción estructural en la institución, sino como una circunstancia más o menos posible en ciertos contextos educativos.
El segundo nivel
narrativo resulta un poco más complicado. Se desarrolla hacia finales
de los setenta, el orden de los acontecimientos no es cronológico
y se va fragmentando entre la realidad diegética propiamente dicha,
una ficción literaria recreada en imágenes y la historia
de esa ficción al ser filmada por Enrique, ahora cineasta de éxito.
Ficción dentro de la ficción, cine dentro del cine, personajes
que suplantan a otros personajes, actores que representan varios personajes
o varios personajes representados por un sólo actor y una que otra
analepsis (o flashback) colocada hacia el final del texto fílmico
para que todo quede claro. Fragmentación, juego de espejos, oposiciones
y sustituciones. En definitiva nuestro autor es producto de aquellas enseñanzas que le inculcara, como a cualquier ciudadano del franquismo, algún sacerdote en su colegio de La Mancha. Así, sus filmes no suelen ser más que un comentario escandaloso sobre situaciones más o menos delicadas. Pero el escándalo siempre es mínimo y sus historias, inocuas, “no duelen ni manchan a ninguna institución de la monarquía o de la social-democracia” (2). Muy lejos está el reconocido cineasta de la verdadera provocación o de la trasgresión. Y eso es bastante grave cuando se habla a una sociedad que, en gran medida, vive alrededor de los pequeños vicios públicos, del cotilleo y de gritar a los cuatro vientos las miserias sexuales de unos cuantos personajes famosos.
(2) Como bien lo expresa Alfredo Roffé en su crítica sobre Matador (Pedro Almodóvar, 1986), publicada en la revista “Cine-oja”, 23. Caracas, Sociedad Civil “Cine al Día”, 1992. A estas alturas, habría que agregar que esa inocuidad funciona también para la centro-derecha española, que ha sido el partido de gobierno bajo cuyo mandato Almodóvar ha producido sus últimos filmes disfrutando, hasta hace poco tiempo, de gran popularidad entre muchos de los miembros del partido. * Departamento de Cine, Escuela de Artes, Universidad Central de Venezuela PULSAR
EL FOTOGRAMA PARA VER EL TRAILER |
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La mala educación.
(España, 2004). Dirección: Pedro Almodóvar. Producción:
Agustín Almodóvar, Pedro Almodóvar,
Esther García (ejec.). Guión: Pedro Almodóvar. Dirección
de fotografía: José Luis Alcaine. Dirección artística:
Antxón Gómez. Música original: Alberto Iglesias. Montaje:
José Salcedo. Casting: Josefa Cadiñanos. Vestuario: Paco Delgado,
Jean-Paul Gaultier. Efectos visuales: Jorge Calvo. Efectos digitales: Pablo
Urrutia. Intérpretes: Fele Martínez, Gael García Bernal,
Daniel Giménez Cacho, Lluís Homar, Javier Cámara, Petra
Martínez, Nacho Pérez, Raúl García Forneiro,
Francisco Maestre. |
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