El descenso de Pablo Palacio
Juan Diego Incardona




"¿Quién eres tú que vienes a destiempo?"
Dante.

EN 1927 EL ORDEN DEL SISTEMA LITERARIO ecuatoriano encontraba su centro en los códigos del realismo y el naturalismo. Pero un Eneas descendió hasta ese infierno, y, robando informaciones cual un espía en país extranjero, estudió aquella tradición con un fin preciso: Mutilarla.
Algo sucedió, es cierto, algo se cumplió, algo se desplazó, pero el proyecto arrojó también, en su duelo sangriento, al propio cuerpo convertido en cadáver sobre la estepa blanca y solitaria de una página distante, arrancada del centro del libro y confinada a los arrabales más olvidados, donde el círculo canónico no debe ver ni escuchar si quiere sobrevivir.
El proyecto, el duelo, su historia, fue así:
Allí, en el 1927 y siguientes años que huían del tiempo sobre la línea media del mundo, Pablo Palacio, como una madre primeriza, paría lleno de expectativas una hija rebosante de vigor, de buen peso y gritos potentes (1). Esta hija (y las hermanas que vendrían en los años siguientes) era diferente a las otras hijas del país, pues llegaba impregnada por una placenta incomprensible, hasta temible: Un líquido de color desconocido, un nuevo código.
El escándalo no se hizo esperar. Las otras madres se pusieron histéricas y pusieron manos a la obra, había que defenderse, proteger del peligro, de la "manzana podrida", a las correctas hijas naturalistas y realistas que, con tan buena educación, se paseaban embelleciendo las calles del país. No podía permitirse la corrupción del orden establecido.
Así pues, el código nuevo perecía, a pocas horas de su ingreso en esta vida literaria, en aquellos ojos de las antiguas lecturas, ojos que enrojecían de irritación ante la ilegibilidad de semejante novedad, enmarañada e incómoda novedad, enmarañada e incómoda barbarie.

Pablo Palacio.
¿De qué forma, con qué ingredientes, ha llevado a cabo su pócima? ¿Qué química volátil ha usado el genio para lograr una hija tan monstruosa?
Varios son los procedimientos que utilizó para romper con los cánones impuestos. Tres ingredientes de la receta: 1)Fragmentación del narrador. 2) Discontinuidad del relato convencional. 3) Mezcla deliberada de los modos y tiempos verbales.

EL PRIMERO DE LOS PROCEDIMIENTOS MENCIONADOS, procedimiento que conmueve los pilares del narrador convencional, de ese narrador claro y único que cuenta una historia en forma ordenada, es ejecutado por Palacio, por ejemplo, en el cuento La doble y única mujer, en donde el narrador adquiere una composición binaria, de síntesis entre el narrador tesis "Yo Primera" y el narrador antítesis "Yo Segunda". El narrador, la narradora para ser más específico, nos dice: "Siendo como soy, dos y una". Es decir, sí, soy la narradora porque soy una, pero también soy dos narradoras, porque soy dos. En otras palabras soy, lector, una narradora fragmentada en dos y no será una sola la percepción que transmita en el relato que voy a contarte, por el contrario, si esa percepción se ha duplicado en mí que soy la que te cuento, entonces lector también lo será tu lectura, tu percepción manipulada por mí, que siendo una soy dos con un fin preciso: Que tu mirada, tu aproximación, tu percepción a este mundo doble te convierta, en los pasillos bifurcados del texto, en un "Doble y único lector".

Lo que pasa es que "Una de mis partes envenena al todo". (2)

EL SEGUNDO DE LOS PROCEDIMIENTOS MENCIONADOS es el procedimiento que conmueve los pilares de ese relato convencional, ordenado, donde los diálogos, la acción, el racconto, las digresiones, los enmarcamientos, todas las modalidades, siempre aparecen en perfecta articulación para la normal lectura, para la legibilidad. Desintegrando las viejas formas este procedimiento destruye la continuidad, rompe con ese orden y convierte a los textos en un orden diferente. (¡En un caos! -Grita un nuevo lector de Palacio).
En las obras de Pablo Palacio la continuidad parece un concepto yerto. Pero en realidad no es la continuidad quien cae exánime, arrojada de las páginas, sino aquella continuidad del relato ordenado por los códigos del naturalismo y del realismo la que es vapuleada en pos de una nueva, de una continuidad que tiene otros fines, que se basa en otros códigos, que deja a un lado la antigua lectura y que escribe una nueva continuidad, una nueva, en fin, lectura. Porque en Pablo Palacio la continuidad no camina sobre el relato, sobre lo que se cuenta; la continuidad de la mayoría de las obras de este autor camina sin interrupción, continuamente, sobre un sendero diferente con específico deseo: Mostrar el artificio.
Entonces es cierto: No hay continuidad en el relato, pero en el relato conocido de la tradición, porque es este artilugio deliberado que caprichosamente vomita y vomita aparentes desórdenes, discontinuidades, lo que hace posible la continuidad de lo importante de estos textos: Mostrar el artificio. Y a estas obras les encanta decirlo: Mostrar el artificio, mostrar el artificio, mostrar el artificio, mostrar el artificio, mostrar el artificio, mostrar

Un ejemplo:

"...apenas la vi con las piernas un poco gruesas, me casé.
¡Hola, María!
¡Caramba! Me acaban de decir que está servido el almuerzo y tengo que irme. No pierda usted su buen humor. Espere usted un momento. Yo me pongo nervioso cuando me dicen que está servido el almuerzo."
(3)

EL TERCERO DE LOS PROCEDIMIENTOS MENCIONADOS es el procedimiento que conmueve el orden temporal. La multiplicidad de conjugaciones verbales, los tiempos que se enredan, que van y vienen, que olvidan los límites y que se funden en una especie de mancha en donde habitan todos: El presente, el pasado, el futuro, el potencial, y los hijos de todos estos. Es muy frecuente en Pablo Palacio la evolución del potencial hacia un presente pretencioso. De esta forma la irrealidad gana terreno y pasa a ser la realidad del relato, y así toda conjetura del narrador suele evolucionar hacia un estado verosímil para culminar después en un estado de afirmación real.
Este uso del potencial es clave en Un Hombre muerto a puntapiés, en donde el narrador arma todo el crimen, pero no a la manera analítica y deductiva de un C. Auguste Dupin, un Sherlock Holmes, o un P.Brown, sino como alguien que está entregado a la imaginación, a tanta imaginación que es el mismo narrador quien afirma que ese hombre fue muerto a puntapiés, puesto que (si miran bien) en la crónica del diario jamás se dice eso, sólo se habla de un hombre "víctima de una agresión". Descubrirlo me llevó más de una lectura, posiblemente las causas de mi confusión inicial fueron, por un lado, el título del cuento, trampa tendida, que influencia de antemano al lector logrando que éste dé por hecho que el hombre murió así, y, por otro lado, la modalidad exageradamente inductiva del narrador que, llevando la potencialidad hasta su cenit, termina haciéndonos creer lo que él cree, o, para ser más preciso, lo que otro (4) intencionalmente quiere.

EN CONCLUSIÓN, Pablo Palacio fue un autor ex - céntrico por los procedimientos que llevó a cabo en su escritura, ejecutados todos ellos con un fin: romper con los códigos del realismo y el naturalismo que componían la tradición y el canon de la literatura ecuatoriana de la época y construir asimismo una nueva lectura. Pero esta lectura paradójicamente fue ilegible, pues los lectores de su tiempo, educados en la tradición, no pudieron asimilarla, y de este modo el autor, Pablo Palacio, fue marginado, arrojado a la estepa blanca y solitaria de una página distante, porque "una ruptura en un código produce, ante todo, una conmoción de su estabilidad (del sistema literario). Se trata de una amenaza. (...) Lo cual da lugar a actitudes defensivas (...), destinadas a neutralizar lo que es presentado como ataque. La primera de esas actitudes, la más obvia, es el rechazo y el contraataque sin fundamentación: el intento de ruptura es declarado un sinsentido, una extravagancia, un disparate". (5)
Además, en el Ecuador de esa época, las expectativas ante una obra literaria giraban en torno a "Lo nacional" (6), pretensión considerada incompatible con los artificios excéntricos de Palacio.
Algunos años después de la muerte de Pablo Palacio todavía existirán críticos que lo acusarán de antiecuatoriano, como por ejemplo Edmundo Ribadaneira M., quien escribió: "...se da en escribir cosas desconcertantes, cuentos y novelas sombríos con personajes que difícilmente podrían llamarse ecuatorianos".
La estigmatización era inevitable y Pablo Palacio estaba consciente de ello. Él mismo reflexionaría: "A los geniales les atraganta el momento genial como el bolo a los atragantados".
En fin, a los héroes los devora su viaje como al descenso el abismo.

Notas

(1) En enero del año 1927 Pablo Palacio publica la serie de relatos que componen el libro Un hombre muerto a puntapiés.

(2) Pablo Palacio, "La doble y única mujer", en Obras completas de Pablo Palacio, Quito, Editorial de la casa de la cultura ecuatoriana, 1964. Todas las notas corresponden a esta edición.

(3) Pablo Palacio, Luz Lateral, Ob. Cit. Aquí, el narrador no tiene tapujos en interrumpir el relato, en cortarlo, explicando en su interlocución con el lector la situación doméstica en donde se lleva a cabo la escritura, el artificio que es esta historia que se está contando.

(4) Este otro sería el mismo autor Pablo Palacio que, desde su plan intencional y consciente, busca generar tal efecto de lectura.

(5) Noé Jitrik, No toda es ruptura la de la página escrita.

(6) Concepto extraído de Wilfrido H. Corral, Palacio y la Historiografía Hispanoamericana.


BIBLIOGRAFÍA

Novela: Ojeras de virgen (cuyos originales se extraviaron)- (Quito, 1925); Débora (Quito, 1927); Vida del ahorcado (Quito, 1932).
Cuentos: Un hombre muerto a puntapiés (Quito, 1927).
Teatro: Comedia inmortal (Quito, 1926);
Obra completa (Quito, 19...); Obras escogidas (Guayaquil, s.f.); Un hombre muerto a puntapiés -obra completa- (La Habana, 1982); Obra completa (Quito, 1999); Obra completa -edición de Wilfrido H. Corral- (París, 2000).
Consta en las antologías: El nuevo relato ecuatoriano, (Quito, 1951); Primera antología de la ciencia ficción latinoamericana (Buenos Aires, 1970); Antología del relato ecuatoriano (Quito, 1973); El cuento actual latinoamericano (México, 1973); Antología del cuento ecuatoriano (Lima, 1974); Selección de cuentistas lojanos (Loja, 1979); Así en la tierra como en los sueños (Quito, 1991); Antología crítica del cuento hispanoamericano del siglo XX. 1 Fundadores innovadores (Madrid, 1992); Cuentos hispanoamericanos, Ecuador (1992); Cuento contigo (Guayaquil, 1993); Cuentos escogidos del Ecuador (Quito, 1995); Veintiún cuentistas ecuatorianos (Quito, 1996); El cuento hispanoamericano en el siglo XX (Madrid, 1997); Antología básica del cuento ecuatoriano (Quito, 1998); Cuento ecuatoriano contemporáneo (México, 2001).


 
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