E
DGAR ALLAN GARCÍA

 


COSMOGONÍA ELEMENTAL

en el principio era el caos
entonces apareció ella y puso la ropa
en su lugar los zapatos en su lugar
la hermosura en su lugar y el corazón
del hombre en el lugar preciso

durante los restantes nueve períodos
construyó universos semejantes
a un cuarto de juegos para que en él
retozaran gritos balbuceos y risas infantiles
(vibraciones desconocidas hasta entonces
en aquel espacio desolado)

al amanecer del tiempo noveno
emergió él (primogénito conforme
a sus semejanzas) de las entrañas de ella
y en un principio fue el niño más dulce
la alegría más profunda el más educado
y sumiso y ordenado (o casi) pero pronto
anheló conocer mejor
palpar otros mundos
desafiar la gravedad y el poder
besar la redondez primigenia
de otros cuerpos

desde entonces vive de su sudor
en un barrio de seres extraviados
luminosos absurdos como el caos.

 

CARACOL NOCTURNO

Hoy retorno a vivir
digo, a morir.

J. Ramón Jiménez


Ovillado escucho latidos sombras
murmullos que escapan
de sueños neblinosos

(has despertado gimoteando
palabras oscuras
tus manos crispadas
tus ojos mirando sin mirar)

floto a la deriva
deliro sobre mis restos
tropiezo con espacios
que se expanden rugiendo

(uvas pisoteadas te sumergen
en una antigua ebriedad reciente)

me recuesto empapado
sobre mi germen ojo acuoso
ojo de fuego que gira
entre veloces cuerpos esmaltados

(emerges animal salvaje
sucio de fango y sangre
bestia rojiza que galopa desaforada
entre los estallidos de un incendio)

luces oxidadas
cielo de melaza caliente
destellos feroces
en la desembocadura de un desierto

(desciendes gritando
entre dos muslos)

la ciudad viscosa me cerca

(te roza con dedos de pulpo)

aterrorizado
devoro sueños carcomidos
selvas titilantes
astillas de cristales turbios

(en mitad de la resaca
saltas al abismo)

es mi grito demente
que espanta y devora

(es tu grito de pez
que huye torrente arriba)

mírame

(tócalo)

hija de tu hijo

(acaricia su yelmo reluciente)

cubre

(con tu rosado pezón)

mi dentellada.

 

UNA GRAN MÁQUINA NEGRA

...la poesía, que es una gran máquina negra...
P. De Rokha


señoras señores
sobre mi mano se posó
el cuervo que os devora la luz
la gran máquina negra que hurga
en bodegones llenos de ratas
en las oscuras faltriqueras
del eslabón perdido
en el degolladero de lo humano
que pende sobre las aguas del infierno

bajo el chiquero donde yacen vuestras catacumbas
vuestras nobiliarias ciudades
de átomos compactos
¡mierda compacta y sangre de mártires!
he encontrado niños abatidos
abuelos de ojos helados entre dos muertes
y esas enormes catedrales sin sangre
flotando bajo sus propios escombros
destilando gorriones enloquecidos

he intentado
-os lo juro-
he intentado a(r)mar vuestros
rompecabezas rompentrañas rompealmas
pero ninguna pieza corresponde
al juego de la vida ninguna calza
en el vacío del muro
(posible unidad de mis fragmentos)

he descubierto además vuestros simulacros
esa oscura manera de haceros el desamor
y taparos luego las narices
ante las hierofanías de la carne

escuchadme: antes
buscaba a dios en los rincones
ahora me duele su féretro
en un templo calcinado
no quiero ser diablo de vuestra devoción
ya conocí el hervidero de gusanos
bajo la túnica del buenhombre
y supe
-porque así me fue revelado-
que en el lagar más profundo
se salva la locura

por ello señoras señores
no esperéis que recite un poemita
para que digiráis vuestra
metafísica del odio
esta noche prometeo liberado
hablará de su águila
el águila una vez presentada
ejecutará algunos números.


EN VANO GIRA EL CÍRCULO

Los labios no se posan en los labios,
buscan la herida sobre el cuerpo amado.
Lawrence Durell, Balthazar


te recuerdo
con el halconero nietzsche bajo el brazo
con tus lentecitos lennon
citando a proust de memoria
recitando al turbulento carnal sensual
whitman de creo en la carne
y en los apetitos
al khayyám de labio sobre labio
y entre ambos la sangre corriendo

recuerdo tus huesos sumergidos
en la danza felina del tai chi
loca boca sanguijuela
acupuntura de pezones sobre mi pecho
y toda tú
(que era todo lo que yo tenía)
volteando mundos
rompiéndole el coxis al dogma
empujando la vida
con ese amor trepidatorio/oscilatorio
intensidad 10 en la escala salamandra
mientras alguien
dentro de mí gritaba tuyo
(tú/yo)

hundido en los belfos de la noche
reloco recuerdo tu cuerpo deambulando
por mi cuarto
decapitada te hundías en mi lengua
había oscurecido en un crujir de huesos
y maltrecho tambaleaba
nuestro castillo de naipes
de pronto nos habíamos convertido
en el pasado de un futuro que desconocíamos
cada acto devino simulacro
o recuerdo anticipado

las nueve menos cinco dices
y te volteas hermosa pálida clandestina
me tengo que ir amor
te vistes en cámara lenta
me ten go que
maldita sonrisa trizada
malditos ojos de rata en invierno
¿por qué sonámbulos empezamos
a caminar sobre cenizas?
la noche que los dioses emigraron
supimos que también nosotros estábamos
hechos de destierros
de agonías acumuladas
de puentes que nadie cruzará jamás

adio mio amore/

io qui mi dolgo/ sensa morte sola
venir bwana venir yo abrazar yo besar
ay no seas meloso oso
no os resistáis mi dulcísima dulcinea
¡atrás caballero que por dios no respondo!
ah señora sabéis que el amor fuerza tan fuerte
que fuerza toda razón/ una fuerza de tal suerte
que todo lo convierte/ en su fuerza y afición

no no era aquella repentina soledad
la que nos sorprendía desencontrados
era que habíamos muerto
y estábamos descubriendo otra vida
era que nos habíamos soñado con tanta locura
que costaba reconocernos en los espejos
y en ese silencio atropellado
de palabras confusas
ya revoloteaba mi miedo y tu odio
mi rencor y tu espanto
esbozos de un grito prohibido
porque pretendimos descielar
¿con qué derecho?
la dura cordura del dolor

¿entonces un alarido tuyo
bastará para sanar mi alma?
¿entonces un alarido mío bastará
para sanar la tuya? ah miladi
breve tránsito entre la nada y la nada somos
memoria de espectros a contraluz
devorándonos somos
yo hurgo tú hurgas nosotros hurgamos
en la sombra en el pecho
en la muerte
y no hay nada sino este oscuro
abrazo este anzuelo desnudo
que grita te amo dragona
hoja de hierba cántara rota

tu rostro
gesticula en los espejos del cuarto
cormorán entre la niebla
reverberación de ecos
que todavía escucho escucho escucho
pero ya sabíamos: una vez abiertas
las alas no queda más que rendirnos
ante las emboscadas del destino

¡ah cannabis!
¡ah gusano que te sueñas mariposa!
¿quién nos conformó así/ que hagamos
lo que hagamos siempre/ tenemos la actitud
de quien se va?
todavía veo tu rostro desorbitado
como queriendo decir o gritar
o gemir astillas niños muertos
recuerdos de otras vidas
atrapada en mi mente
aún eres una sombra que huye
con mi angustia lamiéndote las espaldas
¿me llamarás?
¿me morirás? ¿me te odiarás?

te recuerdo lilith o emma o anaís
caracol nocturno bajo mis ingles
en un tiempo sin tiempo
cuando yo no era sino un guerrero ciego
cabalgando sobre una pradera solitaria
y tú relámpago- o danza de grulla
en una grieta profunda.

Edgar Allan García
Ecuador
Sobre los ijares de Rocinante (poemario). Editorial Trama, 1991 (II Premio en la I Bienal de Poesía 'César Dávila Andrade'
Cannabis, Edición Grupo La Palabra, 1998 (I Premio IV Bienal de Poesía Ciudad de Cuenca)
El Encanto de los bordes (cuentos). Manglar Editores, 1997.


Página personal: http://www.inter-dec.com/edgarallan

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